Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis años y tantos días ha durado nuestro viaje; un viaje en el que empezamos siendo 50 y ahora solo quedamos 30. A lo largo de todo este tiempo hemos reído, hemos bailado, hemos chocado, nos hemos amado y odiado pero jamás hemos llorado juntos, por eso amigos/as, hermanos de canto, dux, por eso debemos aprovechar esta oportunidad para consumarnos. Y os podrá sonar pedante, palabra rara o lo que queráis, pero ninguno de nosotros podrá olvidar cada nota que en la catedral, en Lisboa, en nuestro salón de actos, y hasta en Madrid, hemos cantado, y como dice el dicho: De Madrid al cielo.
Nuestras alas se desplegaron, nuestras voces se escucharon y arraigaron en muchos corazones a los que nosotros nunca pensamos llegar. Si no, recordemos que conseguimos acallar las voces de mas de 1500 jóvenes que acabaron acompañándonos en el Hosanna; recordar también las lágrimas derramadas por quienes en Madrid vinieron a escucharnos y la sonrisa de la Ministra.
Y ahora solo nos queda, Luis, agradecerte toda esa sensibilidad que con cada canción, cada palabra, cada viaje, cada caricia, cada beso, cada abrazo, cada sonrisa alentadora nos has transmitido.
Agradecerte también que nos hayas inculcado el arte de la música, así como el habernos hecho capaces de emocionarnos con una melodía. Y sobre todo magnificarte por ese aguante, por esa resistencia inhumana, esa paciencia inagotable. Año tras año, bronca tras bronca, crisis tras crisis, nuca has tirado la toalla y nunca te has dado por vencido.
Y es que son tantas cosas que el folio ya no da para más. La tinta se agota, las ideas se acaban, nuestras voces se apagan, y por favor os ruego que dejéis nuestras lágrimas correr...
miércoles, 11 de julio de 2007
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